"Mentiras que duelen.."
Siempre digo que la realidad supera la ficción. Pues bien,
este es otro de esos capítulos de la historia que nos deja atónitos: un
historiador vinculado a los círculos de la extrema derecha europea pone en duda
la existencia de un hecho tan irrefutable como la existencia del Holocausto… y,
más asombroso si cabe, el funcionamiento del sistema judicial británico obliga
al denunciado a demostrar su inocencia.
A finales de los años 90, el negacionista británico David
Irving (Timothy Spall) llevó a los tribunales a la historiadora norteamericana Deborah Lipstadt (Rachel Weisz),
acusada de mancillar su credibilidad y prestigio con la publicación de su
ensayo La negación del Holocausto. Para su defensa, Lipstadt contrata al
mejor equipo de abogados del Reino Unido, con el objetivo de hallar pruebas
acerca de la existencia de los campos de concentración y de la finalidad de
estos: la exterminación del pueblo judío.
El veterano director británico Mick Jackson nos regala una
auténtica película de juicios a la antigua usanza, pero con el atractivo
particular de ver en juicio, dentro del anticuado y acartonado sistema judicial
inglés, uno de los episodios más crueles de la Historia.
También sugestiva es la forma en que aparece mostrado el incansable trabajo de
todo un equipo de abogados para conseguir un veredicto favorable.
Entre el sublime elenco actoral queremos destacar a los
veteranos Timothy Spall y Tom Wilkinson, quienes, manteniendo un duelo
interpretativo de muy alto nivel durante buena parte de la cinta, logran que
nos dejemos engullir por la historia.
Un buen drama judicial en el que encontraremos además
situaciones de actualidad, como el avance de los populismos, donde muchas veces
las mentiras se toman como verdades… y donde el parecido entre David Irving y
Donald Trump asusta.
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