martes, 29 de diciembre de 2015

EL PUENTE DE LOS ESPÍAS (Steven Spielberg, 2015)

"Los verdaderos héroes no llevan armas.."


Cuando en una misma coctelera se mezclan dos de los ingredientes más exquisitos que puedes encontrar en el mercado desde más allá de los años 80, el saber hacer de uno de los grandes directores de las últimas décadas, Steven Spielberg, con la eficacia y la credibilidad que da a sus personajes el bueno de Tom Hanks, si además, le sumas una buena historia basada en un hecho real, el brebaje obtenido tiene todas las opciones para ser toda una bebida celestial.

En 1962 James Donovan (Tom Hanks), un abogado de un gran bufete de Nueva York, años después de defender al espía ruso Rudolf Abel (Mark Rylance) capturado por los Estados Unidos, se ve involucrado en una peligrosa trama por la que la CIA le pide negociar en Berlín, durante los días de la construcción del Muro, el cambio del espía por un piloto estadounidense preso en la URRS tras ser abatido cuando sobrevolaba suelo ruso con un U-2 americano.


La historia, que cuenta con el toque sutil de los hermanos Coen en la redacción del guión final, está muy bien contada por un director que a pesar de los años no pierde un ápice de su genialidad. No es sólo una película de espías, es la historia sobre dos personajes que aunque representan posiciones contrarias tienen un nexo común que les hace ser respetados el uno por el otro, el cual no es otro que la honestidad y defender con firmeza lo que cada uno cree.


Para todo esto, el director se rodea de dos grandísimos actores, por un lado Tom Hanks que, en la cuarta colaboración con el cineasta tras Salvar al soldado Ryan (1998), Atrápame si puedes (2002) y La terminal (2004), encarna a la perfección al abogado que lucha por sus principios a pesar de las directivas de su gobierno, y por otro el todavía no muy conocido Mark Rylance, para dar, con gran acierto, la réplica a Hanks en el papel de leal espía soviético.


Dos horas de intenso cine que nos muestra que hay veces en los que el sentido común y los principios de los hombres buenos pueden más y llegan más lejos que los sistemas políticos de los beligerantes países a los que representan. Una historia real en los años de la Guerra Fría que te dejará boquiabierto y con un muy buen sabor de boca.

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